ECOLOGÍA BÍBLICA VIII
Francesc Ramis
Desierto y Vergel
Bajo la metáfora de la tierra ajada por la degradación ecológica, la Escritura denuncia las zarpas de la injusticia que devastan la sociedad. Cuando Adán y Eva, símbolo de la humanidad, devoraron el fruto del árbol, perdieron el paraíso, alegoría de la comunidad feliz, para malvivir en tierra de “espinas y cardos”, eco de la sociedad enfrentada por el odio (Gn 3,14-19).
Demasiadas veces Israel, asentado en la injusticia, aparece bajo la mención del “desierto, la estepa, y el páramo” (Is 34,6-7); tras el símbolo de la tierra yerma, aflora la identidad del pueblo idólatra, incapaz de conducirse por la senda “muy buena” (Gn 1,13), planeada por Dios al comienzo del tiempo.