El obispo de Mallorca, Mons. Sebastià Taltavull, presidió este miércoles la Misa Crismal en la Seu, en la cual participaron 170 personas, entre las cuales había la práctica totalidad de los presbíteros mallorquines, seglares y religiosos y religiosas, además de los fieles que asistieron a la celebración.
A la misa estaban presentes el deán de la Catedral, Mn. Antoni Vera, y los canónigos del Cabildo.
La Misa Crismal es la celebración en la que tiene lugar la consagración del Santo Crisma y la bendición de los aceites de los catecúmenos y de los enfermos. Además, se considera una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal, puesto que, a partir de la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II, uno de los ritos incluidos en esta celebración es la renovación de las promesas sacerdotales.
En su homilía, el Obispo hizo una exhortación llena de agradecimiento y esperanza, inspirada en las palabras de san Pablo. Valoró la fe, el amor y la esperanza de las comunidades cristianas, y destacó la misión de la Iglesia como enviada y ungida para llevar el bien.
El aceite del Santo Crisma es una mezcla con un perfume especial, previamente preparado. Después de la misa Crismal, los tres aceites son repartidos por todas las parroquias de nuestra diócesis. En la Catedral, siempre queda un remanente para poder disponer.