El obispo de Mallorca, Mons. Sebastià Taltavull, ha presidido en la Catedral la solemne Eucaristía del Domingo de Ramos. Antes, Mons. Taltavull ha bendecido los ramos y las palmas de todos aquellos feligreses presentes en el acto que ha tenido lugar en el Palacio Episcopal. En él ha participado el clero de la Catedral y han intervenido los niños de la Escolania dels Vermells de la Seu.
Después de la lectura del evangelio, el Obispo, el deán de la Catedral, Mn. Antoni Vera, y los canónigos, precedidos por los cantores y seguidos por los fieles, han ido en procesión hacia la Seu para celebrar la solemne Eucaristía.
La Semana Santa empieza con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, que comprende a la vez el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión.
Los católicos celebramos así el preludio de la Semana Santa y culminación de la Cuaresma que se inició cuarenta días atrás, el Miércoles de Ceniza.
El Obispo, en su homilía, ha recordado que la Pasión de Jesús no es solo un relato de sufrimiento, sino una lección radical de perdón y amor sin límites. Todo lo que Jesús vive —el abandono de los amigos, las traiciones, las burlas, las torturas y la crucifixión- no le hacen responder con odio, sino con una actitud desconcertantepara el mundo: él perdona. “Esto es cristianismo puro, auténtico, el que hace posible un cambio radical en el corazón de cada cual cuando nos llega el perdón sin límite, porque es la máxima expresión del amor”, ha dicho el obispo.